25 cosas que contar sobre Islandia

Gullfoss. Foto de Mandarinaparlante

Gullfoss. Foto de Mandarinaparlante

Islandia, la tierra de hielo, o de la diosa Isis (de los dioses, más bien), como queráis llamarla, es un trozo de tierra flotante, lleno de volcanes (alguno cuya ceniza impidió volar a más de uno, un tiempo atrás), cráteres, campos de lava, fiordos y cascadas. He tenido el placer de visitarla hace poco, y no me gustaría hacer de éste un artículo turístico, sino comentar un par de cosas que he aprendido y me han llamado la atención de dicho país:

  1. Indudablemente, es un paraíso natural. Para el que no lo sepa, en la isla hay unos 300.000 habitantes en total, con lo que, en una superficie de aprox. 100.000 km cuadrados (o sea, un poco más grande que Portugal), no es que provoque un problema de espacio. Así que las expectativas no deberían centrarse en la cultura humana, sino en la naturaleza.

    Reikiavik. Foto de Mandarinaparlante

    Reikiavik. Foto de Mandarinaparlante

  2. Las ciudades no tienen la estructura de ciudad que nosotros entendemos. O sea, no hay una Plaza Mayor que es el centro de todo, donde está el Ayuntamiento y los subsecuentes bares. Sus plazas no cumplen la función de nuestras plazas. Las ciudades (o pueblos, o aldeas) son un conjunto de casas que parecen puestas al azar, o sea, casa, casa, casa y casa (posiblemente no haya más). No hay mucho que ver, en general, en las ciudades, estéticamente hablando.  Aunque sí que hay gran cantidad de museos, incluso en los sitios pequeños (de historia local, en su mayoría).
  3. Así que, si os preguntáis dónde hace la gente vida social, la respuesta es: en las piscinas. Islandia está llena de manantiales de aguas termales, así que la gente va a las piscinas (al aire libre, con agua caliente) a discutir sus temas. ¡Todas las poblaciones tienen una! Por lo que he podido comprobar, es ahí donde se puede ir a hablar de política, de corazones rotos o de la Bolsa. Ahí o en el bar del pueblo o centro cultural/bar/café, si lo hay. Pero no son grandes conversadores, en general.
  4. Si no son grandes conversadores y tampoco tienen muchos sitios donde reunirse, es muy normal que se dediquen a las artes, en todas sus vertientes. Raro es quien no escriba poesía, tenga un grupo de música o pinte cuadros. En Reikiavik, como excepción, hay un montón de bares donde se puede disfrutar de la música en vivo, y se nota que hay un movimiento cultural, musical y de diseño bastante fuerte.
  5. Otro aliciente que tienen para comunicarse es… el alcohol. Como buenos nórdicos, no es extraño encontrárselos chucísimos el fin de semana. Es curioso ver a una persona de seguridad a la entrada de todos los bares, lo que anuncia posibles trifulcas nocturnas. Aunque parece ser que en algunos pueblos, tomarse una cerveza entre semana ya lo ven signo de posible alcoholismo, así que parece que no hay término medio, así hablando en plan cliché.
  6. Conocer a una pareja es más fácil de esa manera. No hay necesidad de hablar mucho, se va directamente a lo que se va, y si te he visto, no me acuerdo. El orden no es “me gustas, te hablo, me das el teléfono, tenemos una cita o varias, nos acostamos”, sino “nos acostamos, si eso te doy el teléfono, y si me gustas mucho, tenemos una cita”. Darse la mano por la calle es una cosa seria.

    Selfoss. Foto de Mandarinaparlante

    Selfoss. Foto de Mandarinaparlante

  7. El café tiene un rol muy importante en su sociedad, beben un montón. Hay recepción de café hasta en las bodas. Llaman “fika” a una pausa de café donde toman también algo dulce, o un sándwich. Hasta puede que midan el tiempo del día por las pausas de café que se toman. De hecho, las estadísticas demuestran que los países nórdicos, en general (creo que encabezados por Finlandia) son los mayores consumidores de café del mundo.
  8. Todo queda en familia. Son tan poquitos, que después de haberse acostado y, con suerte,  vuelto a ver para tomarse un café, podrían disponerse a buscar su grado de parentesco (hay hasta aplicaciones de móvil para ello), dado que todos están emparentados de alguna manera, seguro.

    Algunas de las rocas negras. Foto de Mandarinaparlante

    Algunas de las rocas negras. Foto de Mandarinaparlante

  9. Lo que me lleva a este otro punto, y es que es difícil localizar a un islandés, ya que muchos de ellos no tienen apellidos (casi todos, exceptuando los que llevan origen extranjero), sino que usan patronímicos, o sea, tomando como segundo nombre el nombre de su padre, más el sufijo «son» si son hombres, o «dóttir», si son mujeres. O sea, por ejemplo, si te llamas Björk y tu padre se llama Gunnar, pues tú serás Björk Gunnarsdóttir.
  10. Bromas aparte, los islandeses son unas personas muy amables, ¡un encanto! Siempre dispuestos a ayudar, incluso me he topado con alguno que nos vio perdidos, parados en el coche en medio de una carretera y nos llevó a nuestro destino, conduciendo delante de nosotros. Otro ejemplo, que incluye taxistas (O_O), cuando, tras cinco minutos de esperar al semáforo en verde, el taxista de atrás se puso a nuestro lado y, amablemente, nos explicó que es que el semáforo tenía un sensor y había que ponerse muy cerca, haciéndolo él mismo y dejándonos pasar (¿habría sido así en España, o asumimos que hubieran tocado el claxon, a la par que nos gritaban?). Añado que prácticamente todos hablan un inglés bastante bueno.
  11. Me da la impresión de que sus señales de tráfico son “recomendaciones”, no “obligaciones”. En ocasiones, las carreteras están cerradas por la nieve, pero si hay algún sitio peligroso, no te dicen que está prohibido ir, sino que vayas bajo tu propio riesgo de morir allí. Me llamó también la atención que las carreteras no tienen quitamiedos, sino simplemente palos amarillos que marcan el camino.

    Hot spot. Foto de Mandarinaparlante

    Hot spot. Foto de Mandarinaparlante

  12. Gran parte del país, empezando por su capital, huele a huevos podridos. Esto se debe a que el agua caliente la sacan de su propia energía geotérmica, o sea, de todas las aguas termales que tienen. Por eso, huele a azufre. El agua fría no. Es buenísima para beber. Pero acostumbrarse al olor de la ducha con agua caliente islandesa es un reto para el visitante, pues… realmente, apesta.
  13. Comer es muy caro. Una simple hamburguesa (de las que son muy fans) te puede costar 14 euros. Puedes aliñarla con la mostaza islandesa, muy típica. Pero también puedes decidir comer bien una vez al día y gastarte bastante más, pero en langosta (recomendable la de Höfn- te cuesta un riñón, pero está de vicio), o en cordero, bacalao o pescado seco (sus especialidades). De postre, recomiendo probar el Skyr, una especie de yogur condensado, típico de allí, con el que se pueden hacer también unas tartas riquísimas, de varios sabores.

    Tiburón podrido. Foto de Mandarinaparlante

    Tiburón podrido. Foto de Mandarinaparlante

  14. Entre los platos raros que puedes probar, está el tiburón podrido. Que nadie se asuste. La carne del tiburón que se zampan es tóxica de por sí. Pero si se la deja secar durante meses, adquiere un sano sabor ahumado que ni siquiera parece pescado. Puede tomarse con un chupito de su licor “brennivín” (una especie de anís que huele a anís pero no sabe a anís) o con un trocito de pan, como si fuera un taquito de queso. Otras cosas extrañas que pueden probarse son la ballena (aunque hay cierta polémica en cuanto a si cazarlas o no cazarlas) o los frailecillos (típicos pájaros parecidos a los pingüinos, que habitan por la isla, que te suelen servir ahumados y es poquita carne). Después de haber hecho excursiones para ver ballenas y frailecillos, le rompe a una el corazón probar sus carnes, pero c’est la vie.
  15. Si se tiene dinero, el alojamiento en la isla ya puede pasar de los típicos campings o guesthouses a “cottages”, que es hacerlo a lo islandés. Son cabañitas que suelen estar en el medio de la naturaleza (como todo), con cocina, baño, etc. Muy cucas.
  16. Recomiendo no dormirse en el coche. Lo ideal para visitar la isla es hacerse un “road trip”, y el paisaje cambia cada cinco minutos. Es increíble cómo se puede pasar de estar en un desierto a una cadena montañosa, a un lago o fiordo o un glaciar. Absolutamente impresionante. Seguramente, además, no habrás visto jamás un paisaje como el de Islandia, sobre todo si no vienes de una isla con volcanes.
  17. Hay una creencia tradicional en los elfos y los duendes. No es que lo vayan contando por ahí, pero siempre hay alguna leyenda de algún duende o guardián del bosque en los sitios que vas a visitar. Ejemplo claro es el Dimmuborgir  con sus trolls. ¡Incluso paran obras para no molestarlos!

    IMG_20150522_141855~2

    Con Ægishjálmur. Foto de Mandarinaparlante

  18. Las runas vikingas. Un mundo aparte que no sé muy bien explicar, pero se ven siempre en las tiendas de souvenirs. Los más curiosos son la brújula Vegvísir y el símbolo para infligir miedo al enemigo, Ægishjálmur, que se ponían en la frente. Y, hablando de símbolos, visitando el museo de brujería que hay en Holmavik, te enteras de que casi todas las personas que practicaron las artes oscuras en Islandia fueron hombres.
  19. El ganado de Islandia está estabulado en su mayoría, aunque encontramos siempre caballos, cabras, ovejas y hasta renos en libertad, pastando por el campo (los caballos, más bajitos que los normales, son bellísimos), pero en invierno, si las vacas se quedasen fuera, se helaría la leche dentro de sus ubres y morirían. Así que hay multitud de granjas para albergar a los animales.

    Casa con tejado de turba. Foto de Mandarinaparlante

    Casa con tejado de turba. Foto de Mandarinaparlante

  20. Hay casas tipo “El señor de los anillos” de La Comarca, con hierba por encima del tejado. Esto se debe a que antiguamente usaban la turba como aislante natural del frío, por lo que crecía la hierba por encima.
  21. No parece necesitarse un papel oficial que diga qué es lo que somos de profesión. O sea, que incluso se pueden encontrar por ahí algunas autodesignadas “princesas”.
  22. La Laguna Azul está sobrevalorada, aunque merece la pena una visita. Pero hay otros lugares como Myvatn o incluso “hot spots” espontáneos de aguas termales mucho más interesantes y menos llenos de turistas. Muchos no están publicitados, porque los islandeses no quieren, obviamente, que se les llenen de turistas.
  23. Mayo es el mes en que menos llueve, pero hay que ir preparado para los diluvios igualmente, con pantalones de lluvia, no sólo paraguas o chubasquero. Dado que lo más importante que hay que ver es la naturaleza, conviene no estar haciendo senderismo calados hasta los huesos.

    Blue Lagoon. Foto de Mandarinaparlante

    Blue Lagoon. Foto de Mandarinaparlante

  24. Hasta hace poco, se permitía matar vascos en Islandia, por ley. Leed aquí la historia.
  25. Es, sencillamente, espectacular. Islandia es uno de los lugares más bellos que he visistado nunca, así que os recomiendo que vayáis a conocer este lugar de paisajes que te vuelan la peluca, así como a sus maravillosos habitantes.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized y etiquetada , , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a 25 cosas que contar sobre Islandia

  1. Luis Martinez dijo:

    Sencillamente fabuloso lo de Islandia. No hay derecho a que este impresionante y magistral relato quede recluido en este lugar, debe ser publicado en algún medio de comunicación de mas amplia difusión.
    Un abrazo
    Luis

  2. Sorokin dijo:

    Magnífico reportaje, Mandarina. Tengo Islandia entre mis listas de sitios para visitar, desde hace varios siglos, pero entre que siempre sale otra cosa y que la ventana de oportunidad es corta (entiendo que Mayo-Julio, no vas a ir en plena noche perpetua), la isla acaba pasando a la lista del año siguiente.

  3. Marian dijo:

    Me ha encantado esta entrada. No conozco este país, pero me encanta viajar y le tengo echado el ojo desde hace tiempo. Que curioso algunas cosas que nos has contado…
    Saludos

Deja un comentario