Hué: estudiantes, palacios y tumbas

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Hué no es una ciudad bonita, pero contiene otra dentro de sí, y ésta es una antigua ciudad imperial que iba a visitar al día siguiente de mi llegada.
Aquella tarde la utilicé simplemente para darme un paseíto, de tranquis. Blair me dijo que se había encontrado a un barquero de los que te llevan a dar un garbeo río abajo que le decía que quería practicar inglés con él y que le iba a llevar de paseo (¿queréis saber el final de la historia? No le llevó a ningún sitio pero Blair acabó pagando la comida de toda su familia, y le dijo que se vieran al día siguiente para que cocinasen para él en su casa, pero Blair estaba seguro de que le iban a llevar a un restaurante y hacerle pagar de nuevo, así que no fue).
Poco sabía yo en aquel momento que media hora después, en el mismo paseo junto al río se me iba a acercar un grupo de estudiantes universitarios a decirme: “¿Podemos por favor hablar un rato contigo en inglés?”. ¡Pues por supuesto que sí!

Comenzaron siendo unos cuatro pero de pronto se empezaron a agregar más, allí sentados en el muro junto al río. A veces algunos iban y venían, curiosos. Los primeros llevaban un cuaderno con preguntas en inglés sobre cosas básicas; lo malo es que no entendían mis respuestas. ¡Pero seguían leyendo más preguntas! Los nuevos que llegaban hablaban mucho mejor, así que al final estuve con ellos un par de horas, charlando normalmente de nuestra vida y experiencias, diferencias culturales, etc. He de confesar que me impresionó lo decididos que son en este país a la hora de interactuar con los extranjeros, y me pareció una idea excelente que lo hicieran, que aprovechasen la ocasión no sólo de conocernos y mejorar su inglés sin ningún tipo de vergüenza, sino también de relacionarse con otros chicos locales de su edad, porque casi ninguno se conocía entre ellos, y terminaron haciendo buenas migas. De hecho acabamos cantando una canción cada uno, en nuestro idioma. ¡Cantar ya sabéis que les encanta! Le dije a Blair que viniese, y mi querido neozelandés se unió también al grupo, encantado de conocer a una chica de la etnia Cham, una de las más antiguas y emblemáticas. En un momento dado se empezó a hacer tarde para ellos, ya que algunos vivían en pueblecitos aledaños y tenían que volver a casa en sus bicis eléctricas, y al día siguiente tenían clase, así que terminó el intercambio y Blair y yo nos fuimos a cenar la sopa de ternera de rigor, plato local de Hué. Hubo más gente que se puso a hablar con nosotros, pero ya no queríamos más clases de inglés por el momento. Fue uno de los mejores días de mi viaje en cuanto a interacción con gente local, ¡me eché unas risas!
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Al día siguiente fuimos a ver la ciudad imperial junto con otra amiga de Blair, Kristina (una chica checa bastante interesante). La ciudadela es muy grande y consta de un montón de edificios y templos, algunos ya derruidos, otros en buen estado, Patrimonio de la Humanidad, construidos en el s. XIX para el emperador Gia Long, de la dinastía Nguyen (apellido que parece que tiene todo el mundo en este país. Los García de Vietnam). La verdad es que pasamos un buen rato, se puede estar todo el día por ahí paseando tranquilamente. Después de comer (intentar hacerlo en el mercado local fue una porquería, nos fuimos a otro sitio), me despedí de ellos, cogí mi bici y me fui a ver la tumba del emperador Tu Duc. Pasé por campos y los suburbios, muy tranquilos, en el campo, y de ellos emanaban muchos cementerios, tumbas por doquier. Me dirigía a la tumba por excelencia, y eso que en Hué hay varias tumbas imperiales. Pero sólo vi una. Estos lugares tan opulentos simbolizan siempre el poder de quien los manda construir. Parece ser que el emperador en cuestión utilizaba el lugar (12 hectáreas y tres años de construcción) como sitio de retiro espiritual, donde hizo templos y un harén incluso. Hay varias tumbas de los miembros de su familia, incluso podemos ver la suya… pero el cuerpo no está allí: para evitar saqueos, lo enterraron en un lugar secreto entre doscientas personas que fueron consiguientemente decapitadas para que no se fueran de la lengua. Tonterías las justas y nada de “¿me juras por Mafalda que sabes guardar un secreto?”. Nein. De hecho, el secreto quedó tan bien guardado ¡que aún no se sabe dónde está el cadáver con certeza! La cosa que quería resaltar es que se estaba gastando tanto en construir este mausoleo, tamaño esfuerzo e impuestos (hasta la estela más grande del país, que tardó 4 años en llegar) que la gente se rebeló contra el emperador y hubo un golpe de estado. Como debe ser. Me gusta dar ideas…

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En fin, no había mucha gente así que la mayoría de las tumbas las visité en silencio, sólo con la música de mis auriculares: Tool, una y otra vez.
No vi la Pagoda de la Dama Celestial, símbolo nacional. No me daba tiempo. Tenía que seguir mi ruta porque tenía un encuentro muy esperado en un par de días, en otro lugar. Así que puse viento en popa hacia las cuevas más grandes del mundo: las de Phong Nha.

Fotos de Mandarinaparlante.

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