Boda India día 1: el Mehendi (Mi viaje a la India III)

Mehendi Foto de Beatriz Huélamo

Mehendi
Foto de Mandarinaparlante

Antes de una boda india, ambas familias se han preocupado muy mucho por ir a consultar a un astrólogo en referencia al horóscopo de bodas de la pareja, para saber si son compatibles el uno con el otro y para que se determine por la posición de las estrellas cuándo es el mejor momento para casarse. Es así hasta el día de hoy, en pleno siglo XXI.

La boda se realiza en 3 días, pues en realidad es un evento exhaustivo, sobre todo para los novios. Así que, en tan augusta fecha, Sudarshan me dejó en casa de la novia, Nischita, para participar en el primero de tales eventos: el Mehendi.

Normalmente, se hace en casa de la novia y se ponen símbolos de protección en las puertas (como la ya mencionada esvástica). Acuden miembros de las dos familias, y más tarde se acercará también el novio.

Mehendi Foto de Beatriz Huélamo

Mehendi
Foto de Mandarinaparlante

Fue la primera vez que vi a Nischita, la futura mujer de mi querido amigo, y me dio muy buena impresión. Allí sentada en el suelo, llena de henna en brazos y piernas, con una mujer que trazaba aquellos bellísimos diseños sobre su cuerpo, al milímetro. En eso consiste el Mehendi: en adornar con henna a las mujeres que participarán en la boda. Y, por supuesto, a la novia que, además de las manos, va a adornarse brazos, piernas y pies. También es normal que se escriba el nombre entero perdido por el cuerpo y el novio tenga que buscarlo en la noche de bodas (como estímulo adicional). Se suele dibujar un tema de boda en el brazo.

Mehendi Foto de Beatriz Huélamo

Mehendi
Foto de Mandarinaparlante

La henna purifica el cuerpo. Se utilizaba (no sé si aún), una especia llamada haldi como materia prima. Al caerse la henna seca, el color que queda en las manos es dorado, lo que significa que despierta el sol interno, es una forma de respeto al sol. Ése es el sentido.

Así pues, en un momentito me vi rodeada de señoras indias de las familias de los contrayentes. Madres, tías, abuelas, primas, amigas, mejores amigas (porque había una que se autoproclamaba “la mejor amiga”) y también estaba Laura, una chica americana amiga de Abhishek, que más tarde se convertiría en mi compañera de viaje, pues ella también había venido sola.

Mehendi Foto de Beatriz Huélamo

Mehendi. Mis manos
Foto de Mandarinaparlante

Me tocó el turno de que me pintasen, y tenía a una artista para cada mano. Me hicieron un precioso diseño con flores, siempre diferente de cualquier otro. Mientras tanto, Nandita, la hermana de la novia, nos daba de comer como si fuéramos bebés, directamente poniéndonos la comida en la boca, ya que no podíamos coger nada con la mano. Todo el mundo se mostró extremadamente amable conmigo, y había gente que ya sabía quién era de antemano, lo cual dijo mucho de mi amigo Abhi (el cual apareció en casa de Nischita, como manda la tradición; y estaba muy guapo).

A todo esto, recordemos que yo seguía sin tener el sari para la boda. Se suponía que Sudarshan iba a venir a buscarme para comprarlo pero, una vez más, eso no ocurrió: estaba llevando cajas a casa de sus padres por aquello de la fumigación de su piso. Así que pensé: “O me las apaño para que me lleve alguien ahora, o nunca voy a conseguirlo”. Empecé a preguntar a la gente poniendo cara de corderito degollado. La americana dijo que ella también había de comprarse algo, así que entre las dos metimos un poco de presión y, oye, ¡dio su fruto! El padre de la novia y dos de sus primas lideraron la empresa de buen grado, y allí que nos montamos en el coche, en un pispás, camino a vete tú a saber dónde. Pero iba con dos expertas, que me iban contando cómo las chicas indias pueden ya casarse con 18 años, pero los chicos con 21. Parece ser que si a los 26 años no estás casado, empieza a ser peligroso…

La henna en la novia Foto de Beatriz Huélamo

La henna en la novia
Foto de Mandarinaparlante

Vislumbramos la tienda de saris y ¡oh no! ¡Estaban bajando ya la reja para cerrar! Así que corrimos dentro, saltando como si se tratase de un barco que fuera a zarpar, para sorpresa de los comerciantes, que vieron mi cara de desesperación y pararon el descenso de la reja, compasivos. Con mi presupuesto de 1000 rupias (unos 16 euros) me sacaron tres o cuatro modelos distintos de tela. Elegí en cuestión de cinco segundos y todos estuvimos de acuerdo por unanimidad en que el granate con dorado, una franja verde y el bordado dorado era el más bonito y el que mejor me iba a quedar. Pero había un pequeño problema: no tenían la blusita que se pone por debajo ni la falda que sostiene el sari por dentro, así que tras nuestro record de rapidez y eficiencia, solamente tenía la tela que había de enrollarme, pero me quedaba la mitad del armatoste. Quedamos en que a las 9 de la mañana del día siguiente (aunque era ya el día de la recepción de la boda) iba a venir una de las primas a llevarme a comprar dichos enseres. También tenía que comprarle una faldita a Laura.

Volvimos a casa de Nischita, y todas las señoras querían ver mi sari, por supuesto, y a todas pareció encantarles. La abuelita de Abhishek no hacía más que sonreírme y darme la mano, y pasé la noche socializando con amigas y familiares. La verdad es que pasamos un buen rato.

Al final, Nischita estaba ya toda pintada hasta los pies, así que decidió quedarse en casa y no moverse, ya que el resto de jovenzuelos crápulas amigos del novio nos fuimos con Abhishek a hacerle una “despedida de soltero” como buenamente pudimos.

Mehendi Foto de Beatriz Huélamo

Mehendi
Foto de Mandarinaparlante

Nos desplazamos a un club llamado Hint, que era un sitio en la cima de un edificio, con terraza. Las chicas teníamos bebidas gratis. Allí nos estaba esperando el cuñado de Abhi (Arun), Sudarshan y un par de amigos más de Abhishek. Estuvimos poco tiempo, ya que todo cierra a las 11 de la noche. Pero como nadie quería irse a casa, seguimos la juerga en la famosa morada de Sudarshan (que estaba prácticamente vacía por aquello de fumigarla) y cantamos, tocamos la guitarra, bebimos, reímos. En un momento dado, uno por uno dijimos algo significativo a Abhishek para felicitarle, recordamos algún momento bonito juntos y lo compartimos con el resto. Él hizo lo mismo sobre cada uno de nosotros, lo que hizo que la noche terminara de manera muy entrañable y especial.

Pero chico, ¡corre, que mañana te casas! Mañana te casas y no tienes ni idea de lo exhausto que vas a terminar, querido Abhishek: te esperan dos días completos y frenéticos. Empieza el show…

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